A los compañeros mecánicos
Extractos de la carta publicada originalmente en Nueva Hora
Nº 221, de la semana del 16 al 22 de marzo de 1976.
(...)Hoy reafirmo lo que comencé a expresar en planta en la
carta de diciembre de 1974: los trabajadores argentinos tenemos, como tarea
principal, luchar contra el golpe imperialista, prorruso o proyanqui, que se
cierne en la patria. Los trabajadores y el pueblo, defendiendo nuestras
reivindicaciones y el gobierno de Isabel, profundizamos el camino de la
liberación.
Cuando la posibilidad de que las botas gorilas vuelvan a la
calle es un hecho, cuando los aviones de Morón ya volaron sobre la Plaza de
Mayo[1], nuestras palabras
resultan más claras. Sin embargo, no faltaron quienes —encubiertos o no—
trataron de confundir a los compañeros. Algunos, coincidiendo con la oligarquía
del diario La Nación, dijeron que yo
“deliraba” o que era un “sectario”. Otros afirmaban la “inexistencia” del
imperialismo ruso (o socialimperialismo) y me llamaban “traidor”. Pero ahora
nadie puede desmentir que la cuestión del golpe proimperialista y gorila es lo
que divide aguas en la política argentina, y solo se está en una trinchera: o
en la del golpe que es la de la antipatria, o en la del antigolpe que es el
avance liberador.
(...)Rusos y yanquis se disputan el mundo y tratan de ganar
mercados, zonas de influencia y privilegios estratégicos. Y dentro de esa
pugna, la Argentina es un bocado especial por sus enormes riquezas, su
ubicación en el Atlántico y porque controla el Estrecho de Magallanes, paso
obligado al Pacífico en caso de ser bombardeado o bloqueado el Canal de Panamá.
Todo esto está en juego aquí, y forma parte del conjunto de
causas por las cuales las superpotencias y sus “socios” —oligarcas, monopolios,
grandes burgueses, milicos gorilas y jerarcas sindicales “amigos”— empujan la
caída del gobierno nacionalista de la señora presidente. Yo no digo que Isabel
no se equivoque, yo no digo que su política sea la mejor para enfrentar a los
imperialismos. Pero digo, sí, que resiste, forcejea y trata de no entregarse y
que, en ese sentido, cuando los que quieren derrocarla son, como en 1955, los
enemigos de la patria, su caída será un retroceso y un avance de las
superpotencias en su afán de conquista.
(...)La vida nos enseña que, así como no hay imperialismo
“bueno”, tampoco puede haber golpismo “bueno”. El golpe, sea prorruso o
proyanqui, tiene un solo camino para la Argentina: superexplotación popular,
dictadura terrorista, entrega de la riqueza nacional y más hambre para los
sectores populares.
Por eso creo que los trabajadores debemos estar al
frente siempre.
(...)En lo económico, ir a fondo significa luchar por
nuestras reivindicaciones —paritarias, farmacia, transporte, equiparación,
etc.—, pero además proponer y empujar medidas nacionalistas profundas que
obliguen a pagar la crisis a sus verdaderos responsables. Esto es: expropiar
los monopolios imperialistas y los latifundios de los terratenientes,
desconocer la deuda externa contraída por los gobiernos entreguistas, control
obrero de las empresas nacionalizadas, entrega de tierra a los campesinos
pobres y medios, concesión de créditos a la pequeña y mediana industria
nacional, etc. Esas medidas, en el marco de la movilización, y la unidad
patriótica de las grandes masas, enfrentando a los golpistas sin vacilaciones
en el terreno en que sea necesario, son la verdadera garantía de la derrota de
la antipatria y de la profundización del camino liberador.
(...)Estamos construyendo de hecho —y debemos consolidar aún
más— una poderosa corriente patriótica y antigolpista.
(...)Yo propongo que los mecánicos, como en tantas otras
ocasiones seamos la columna vertebral, los caudillos y el término unificador de
la clase obrera y el pueblo de Córdoba contra el imperialismo, y concretamente
ahora, contra el golpe de Estado amenazante.
Pienso, compañeros, que esa es nuestra auténtica tarea frente
a los graves momentos que vive la patria en peligro. Digo estas palabras con la
franqueza de siempre, con la voluntad que ustedes conocen: estuve, estoy y
estaré a la cabeza. Sé que se aproximan circunstancias definitorias para el
futuro, pero sé también que muy pronto, como en los inolvidables días del
Córdoba Sport, volveremos a estar juntos; sé que en la hora del triunfo podré
abrazar a mis compañeros mecánicos y a nuestros hermanos presos. Pienso en el
pasado, en todo lo que hicimos, y mi corazón se fortalece, compañeros.
¡Viva la Patria!
René Salamanca
[1] Se refiere a la
intentona golpista de fines de diciembre de 1975, encabezada por el Brigadier
Jesús O. Capellini, jefe de la Base Aérea de Morón y cabeza de una facción
militar que disputaba al violo-videlismo la hegemonía dentro del frente
golpista.
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